¿Has reflexionado alguna vez sobre si realmente eres quien quieres ser?

La teoría de la autodiscrepancia de Higgins nos invita a adentrarnos en este intrigante concepto.

AUTOCONOCIMIENTO

4/20/2025

Edward Tory Higgins, conocido como Edward T. Higgins, es un destacado psicólogo social y profesor universitario estadounidense nacido en 1943. Ha sido una figura influyente en el campo de la psicología y es reconocido especialmente por su trabajo en la teoría de la autodiscrepancia.

Edward T. Higgins ha trabajado en varias instituciones académicas a lo largo de su carrera, incluyendo la Universidad de Rochester y la Universidad de Illinois. Sin embargo, gran parte de su trayectoria académica se desarrolló en la Universidad de Columbia, donde se convirtió en profesor y posteriormente en el presidente del Departamento de Psicología.

Además de su investigación sobre la teoría de la autodiscrepancia, Higgins ha realizado importantes contribuciones en otros campos de la psicología, como la motivación y el autorregulación. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido y premiado, y ha sido un referente para muchos investigadores y estudiantes interesados en la comprensión de la mente humana y el comportamiento social.

En la búsqueda constante de comprender cómo funcionan nuestras emociones y motivaciones, la psicología ha desarrollado numerosas teorías que abordan aspectos fundamentales de la experiencia humana. Una de esas teorías es la "Teoría de la Autodiscrepancia" propuesta por el psicólogo Edward Higgins. Esta teoría ofrece una perspectiva intrigante sobre cómo nos percibimos y evaluamos a nosotros mismos, y cómo esta percepción afecta a nuestro bienestar emocional y a nuestras acciones.

En esencia, la teoría de la autodiscrepancia se basa en la premisa de que cada individuo tiene múltiples representaciones del yo, y estas representaciones pueden entrar en conflicto entre sí. El modelo de Higgins identifica tres dominios principales de autopercepción:

  • El Yo Real (Actual): Esta representación se refiere a cómo somos en realidad, con nuestras características, rasgos y comportamientos tal como nos percibidos objetivamente por nosotros mismos y por otros.

  • El Yo Ideal: Esta representación implica la versión del "yo" que aspiramos a ser. Se compone de las metas, valores y estándares que deseamos alcanzar en nuestras vidas y que consideramos importantes para nuestra identidad.

  • El Yo Responsable: Esta representación se refiere a la versión del "yo" que creemos que deberíamos ser, en base a las expectativas sociales, normas culturales o responsabilidades personales.

Cuando existe una discrepancia entre el yo real y el yo ideal, experimentamos lo que Higgins denominó "déficit de la autoestima". Esto puede llevar a emociones como la tristeza y la frustración, ya que sentimos que no estamos alcanzando nuestras metas y aspiraciones personales. Por otro lado, cuando hay una discrepancia entre el yo real y el yo Responsable, surge una sensación de "vergüenza". La vergüenza está asociada con el sentimiento de no cumplir con nuestras obligaciones o deberes sociales, lo que puede provocar una disminución de la autoestima y la autoconfianza.

Además de estos dos tipos de autodiscrepancia, Higgins introdujo el concepto de "síndrome de autodiscrepancia" para describir situaciones en las que los tres dominios de autopercepción entran en conflicto simultáneamente. Por ejemplo, una persona puede sentirse triste porque no ha alcanzado su yo ideal en términos de carrera profesional, al mismo tiempo que experimenta vergüenza por no cumplir con ciertas responsabilidades familiares, creando un conflicto interno complejo.

La teoría de la autodiscrepancia también puede aplicarse en el contexto de las relaciones interpersonales. Cuando las expectativas de los demás no coinciden con el yo real de una persona, puede surgir un conflicto entre lo que uno quiere ser y lo que los demás esperan que sea. Este conflicto puede generar angustia emocional y afectar negativamente las relaciones.

Es importante destacar que, si bien las discrepancias entre estos tres aspectos del yo pueden tener efectos emocionales y sociales significativos, no todas las discrepancias tienen el mismo impacto en todas las personas. Las respuestas emocionales pueden variar según la personalidad, la cultura y las experiencias de vida de cada individuo.

Las emociones que surgen como resultado de estas discrepancias pueden actuar como una fuerza motivadora para el cambio. Podemos buscar reducir las discrepancias acercándonos a nuestros ideales personales o cumpliendo con nuestras obligaciones sociales. Sin embargo, también existe la posibilidad de que las personas adapten sus ideales y estándares a sus características actuales para evitar emociones negativas, lo que puede conducir a una reducción en la motivación y una estabilidad emocional a corto plazo.

En conclusión, la teoría de la autodiscrepancia de Higgins ofrece una valiosa visión de cómo percibimos y evaluamos nuestras identidades. A través de la comprensión de estas discrepancias, podemos ser más conscientes de nuestras motivaciones y emociones, lo que nos permitirá tomar decisiones más informadas y, en última instancia, acercarnos a ser quienes realmente queremos ser.

Pero, ¿cómo podemos hacer que los Yos de Higgins trabajen a nuestro favor?, ¿es bueno para nuestra salud mental estar constantemente pendientes de nuestros Yos?

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